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Los casos de Venezuela y Nicaragua nos ilustran sobre el costo enorme que están pagando las sociedades de dichos países para poner fin a la dictadura y la opresión. La concentración de poder, la represión brutal, el encarcelamiento de opositores y disidentes, la corrupción escandalosa, la ruina económica, el empobrecimiento, el empoderamiento del crimen organizado y la masiva emigración son algunas de las consecuencias de haber permitido la entronización de la dictadura. En Guatemala, hemos sufrido dictaduras, así como hemos tenido que pagar el costo del derrocamiento de los regímenes despóticos. Después de 22 años de la dictadura cabrerista (1898-1920), prácticamente se libró una guerra contra la tiranía. Los militares defendieron al dictador Manuel Estrada Cabrera y el pueblo tuvo que derrotar a las fuerzas armadas. En 1944, la perpetuación en el poder de la dictadura ubiquista (1931-44) tuvo que ser impedida a través de una insurrección cívico-militar sangrienta. Asimismo,
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