En dos entregas anteriores he tratado de invitar a mis lectores a cuestionar el papel que jugamos los ciudadanos en el proceso electoral. La idea es generar una demanda más sofisticada para así, propiciar la creación de una oferta política seria la cual, creo yo, no existe actualmente porque el mercado electoral no la demanda. Para hacer esto debemos educarnos adecuadamente antes de favorecer a algún candidato con nuestro voto. Estoy convencido que la clase política ha dejado el voto educado desatendido. Tanto las campañas de aire (las que pautan en medios masivos) como las de tierra (las que se basan en esfuerzos in situ) muestran mensajes con la sofisticación propia del discurso mañanero de un perico. Claramente, el clientelismo (parte principal de la mezcla de esfuerzos de las campañas de tierra) ha cobrado el puesto primordial en la estrategia politiquera de los presidenciables. Esto, gracias al cambio que