Aprofam, la gratitud en el tiempo
A mí saberlo, me dio mucha alegría.
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A mí saberlo, me dio mucha alegría.
Ayer estuve en Aprofam –Asociación pro bienestar de la familia–. Me sorprendieron la óptima calidad de los servicios, la atención médica y la limpieza en sus instalaciones. Y no es que quiera significar que, en otros tiempos no lo fueron, sino que, a través de 55 años de funcionar, los avances de sus servicios han sido de gran beneficio para la mujer y la familia. Un ejemplo diferente de lo que ha sucedido con todos los servicios de salud materno-infantil en el país. Tanto del IGSS como del Ministerio de Salud Pública, ambos insuficientes y siempre precarios para atender las demandas de la población. Acompañé a mi amiga Ingrid Bremelita Galicía a una consulta necesaria para que le hicieran un examen Papanicolau. Tiene solamente 32 años, cuatro hijos y un esposo responsable y trabajador. Viven en un sitio a 125 kilómetros de la capital, y cuando sus hijos han nacido,
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