¿Crecer sano?
Cuántas niñas han crecido menos de lo esperado, han muerto de inanición, o bien su cerebro no se ha desarrollado de la manera necesaria para enfrentar una vida digna.
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Cuántas niñas han crecido menos de lo esperado, han muerto de inanición, o bien su cerebro no se ha desarrollado de la manera necesaria para enfrentar una vida digna.
Hace un tiempo, cuando se presentó a varios sectores científicos, académicos y de la sociedad civil el estudio de preinversión de un colector subacuático que podría salvar de la inanición al lago de Atitlán, prestigiados investigadores de la Universidad del Valle de Guatemala presentaron las diferencias de peso y talla entre un grupo de niñas de similares raíces étnicas, las primeras viviendo en Sololá y las segundas en los Estados Unidos de América, hijas de migrantes chapines. Las segundas, más altas y mejor nutridas, demostrando con ello los rezagos sociales provenientes de la ingesta de agua contaminada y por supuesto de la presencia en los hogares de mayor escasez de nutrientes. Similares conclusiones podrían establecerse para el corredor seco y el Altiplano guatemalteco, entre otras regiones del país. A raíz de ello, hace ya un tiempo, en febrero de 2016 el gobierno de turno requirió del Banco Mundial el
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