La eterna pantomima
Conforme se iban presentando domingo a domingo todos los candidatos con el mismo discurso trillado, la misma voz desafinada y la misma sonrisa falsa.
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Conforme se iban presentando domingo a domingo todos los candidatos con el mismo discurso trillado, la misma voz desafinada y la misma sonrisa falsa.
Después de leer el mensaje en donde le anunciaba que llegaría con la mujer, la directiva, guardaespaldas y demás achichincles, empezó a hacer los arreglos que hacía cada cuatro años, cuando se aproximaban las elecciones: los arcos que desde la garita hasta la plaza central, utilizando las mismas cañas y los mismos adornos usados para las visitas de los anteriores candidatos y el mismo engrudo para pegostear los afiches con los mismos rostros cachimbiros. Desempolvó los mismos altoparlantes para colocarlos en el estrado, para que los de abajo escucharan sandeces y los de atrás aplaudieran las falsas promesas. Ordenó después que colocaran dos docenas de sillas para el candidato, el segundón, los directivos, los diputados, los guaruras, los chaqueteros, los sobalevas y los chupalotodo. A los fotógrafos los colocarían abajo para que las efigies salieran grandotas y las manos abiertas ofreciendo más de la cuenta. Conforme se iban presentando
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