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El viernes pasado, en medio de una toma ilegal de combustible en el municipio de Tlahuelilpan, Estado de Hidalgo, México, se produjo una explosión, que tuvo un saldo trágico de, por lo menos, 79 muertos y decenas de heridos. La explosión se produjo dos horas después del aviso de una fuga intencionada de gasolina. Según informaciones de prensa, diversos pobladores se trasladaron al lugar de la fuga con bidones para intentar acarrear algo del hidrocarburo. Si bien efectivos del Ejército mexicano llegaron antes de la explosión, pero se replegaron para “evitar un enfrentamiento con la población”, según informó el gobierno presidido por Andrés Manuel López Obrador. El gobernante mexicano, al referirse a la desgracia, expresó que no detendrá el plan contra el robo de combustible y que no se enfrentará a la población, porque no es con medidas coercitivas como se terminará con la práctica del robo de combustible. En
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