El sueño del migrante
Cada uno en su hogar, en su calle, en su barrio, en su pueblo.
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Cada uno en su hogar, en su calle, en su barrio, en su pueblo.
La migración ya no se presenta como una aventura, sino quiere imponérsenos como un derecho. En el mundo antiguo, los guerreros saqueaban ciudades amuralladas, amparados en el derecho de conquista, pero la civilización ordenó y puso reglas, se crearon las fronteras físicas, que para los países es como los muros que separan casas. Cada uno en su hogar, en su calle, en su barrio, en su pueblo, en su país, en su continente. Todos podemos entrar a otro hogar que nos abra sus puertas, pero no se entendería bien si mañana alguien ocupara a la fuerza mi lugar en la mesa. El país es como el espacio geográfico en el cual podemos desenvolvernos con cierta propiedad, y por eso nos sentimos cómodos, en confianza, con derechos y obligaciones. Los demás países no tienen porqué recibirnos en su patio ni en su sala, a menos que exista alguna conveniencia de
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