Hace cuarenta años mataron una esperanza
Compartimos pan, mesa, viandas y bebidas de todo tipo.
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Compartimos pan, mesa, viandas y bebidas de todo tipo.
Cuando ingresamos a la Universidad de San Carlos de Guatemala en 1974, la mayoría de estudiantes provenían de los institutos públicos, que en general eran bastante buenos. Muchos también proveníamos de colegios privados, de los considerados mejores como el Americano, Liceo Javier, Guatemala, Don Bosco, La Preparatoria, etcétera. Las universidades privadas eran nuevas y recientes y nadie creía que fueran buenas. Por ello, mis padres confiaron en que mi educación superior universitaria era mejor en la San Carlos. En mi promoción figuraban Oliverio Castañeda de León, Sergio Estrada Farfán, Fridolino Santos, Edgar Sagastume Morales, Javier Castillo, Ana Francisca Ordóñez de Molina, Gilberto Escribá, Eduardo Guerra, Carlos Villeda Oliva, Magnolia García, Juan José Rosales, Juan Francisco Villamar, Héctor Alirio Interiano, Hugo Loza, que todavía no se había puesto el segundo nombre de Dorian, y otros pocos compañeros que ahora la memoria olvida. Posteriormente cuando la guerra se desató en la ciudad, en el último quinquenio de la década de los setenta e inicios de los ochenta del siglo pasado, tuve la honra recién graduado de ser profesor de Política Económica e Historia de las Doctrinas Económicas, cuando las huestes cavernarias de la derecha guatemalteca asaltaron por medio del terror y el miedo los recintos amados de nuestra alma mater. La mayoría de aquellos estudiantes vinieron a mi casa, varias veces a estudiar o a hacer trabajos en el antiguo garaje de la casa de mis padres. La casona de Las Casuarinas. Compartimos pan, mesa, viandas y bebidas de todo tipo. También música, guitarras, canto, sueños, anhelos y frustraciones amargas con mis padres, mis hermanos y mi nana. En una palabra la vida, en horas y momentos irrepetibles con los seres humanos que hemos amado en el devenir del tiempo. Oliverio Castañeda de León, junto a Ireni Papahiu, eran egresados del Americano. Oliverio era no solamente era un buen y dedicado estudiante, con una inteligencia privilegiada para mejores fines en un mundo civilizado, sino también fue un preclaro líder estudiantil. Por aquellos años iniciaba su vida laboral como auxiliar de investigación en el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales –IIES–, en donde fuera compañero de trabajo, con mi maestra y amiga Norma Olimpia Cabrera y era miembro de la Asociación de Estudiantes de Ciencias Económicas, “Manuel Cordero Quesada”, posteriormente llego a ser el Secretario General de la AEU. Un veinte de octubre de 1978 lo cazaron los fascistas que nos han gobernado. Yo estaba en La Antigua Guatemala, cuando oí la noticia. Todavía hoy me conmueve y pienso en las palabras, de mi doble padrino y tío, el Chino Carrera Samayoa, cuando entristecido me dijo, los peores guatemaltecos han gobernado el país, a partir del 54. Que triste realidad, dicho por alguien que fuera derechista. Hoy conmemoramos, 40 años de aquel asesinato, que todavía hoy está impune. ¡Hasta la victoria siempre, querido Oliverio!
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