En la empresa familiar no sabemos negociar. Pretendemos que todo se resuelva por aceptación, solidaridad y pertenencia. La natural conciliación de intereses y criterios discordantes, que en cualquier organización exige un serio trabajo de consenso a fin de lograr acuerdos satisfactorios para todas las partes, en la empresa familiar se topa con creer ilusamente que, por ser una familia, la confluencia de voluntades se dará de manera natural. Los beneficios que cualquier equipo humano obtiene al compartir un mismo sueño son múltiples: nos percatamos y aceptamos nuestras diferencias de ideas y expectativas, abrimos espacios para el diálogo, participamos en el proceso visionario y desarrollamos una visión común de negocio, anticipamos conflictos y aprendemos a manejarlos con madurez. Todo esto, y más, puede y debe lograrse también en el foro de la empresa familiar; su corazón no debe estar dividido. El descuido de explicitar una querencia compartida genera en la empresa