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Me fue imposible conciliar el sueño: los llantos, los gemidos, las palabras entrecortadas y los balbuceos de los niños y niñas suplicando por sus padres en la frontera gringa, de quienes fueron separados sin piedad por funcionarios implacables y carentes de humanidad, me atormentaron incesantemente y no pude dejar de escucharlos. Mientras se me venían las imágenes de las centenas de muertos por negligencia criminal de las autoridades en las faldas del volcán de Fuego; la carretera de concreto hidráulico –para que dure– que el Estado construyó hasta las puertas del “spa” de la cínica diputada Delia Bac; toda la parentela de Delia Bac que vive, gracias al derroche y la acentuada cultura de nepotismo que prevalece en la clase política del país; los Q167 millones que ha “ganado” a dedo la empresa “pipiripau” que como contratista del Estado construyó la carretera de Delia Bac hasta las puertas de su
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