Empiezo con lo peor por lo que ha entrañado de tanto horripilante sufrimiento humano: la erupción del volcán de Fuego. Las tragedias personales derivadas de ese fenómeno telúrico aún no se han contabilizado del todo y dudo que alguna vez pueda lograrse. Lo más desalentador en todo ello: lo seres humanos calcinados vivos, para que los lloremos sin consuelo, en especial cuando nos referimos a tantos niños y adolescentes afectados. Pero también ha asomado en esta tragedia algo de lo mejor de lo humano: la solidaridad tan generosa por parte del resto de la población laboriosa aunque en lo personal no afectada. Y así, la compasión cristiana de muchos se nos ha vuelto bálsamo ejemplar para todos. Para edificación propia y del resto de los pueblos que nos son testigos. Y de esa manera lo peor, por otra parte, ha dado vía para lo mejor y doy entusiastas gracias a