Pregunta pública al Procurador de los Derechos Humanos
Lo más escaso es el liderazgo moral.
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Lo más escaso es el liderazgo moral.
Antenoche, muchos vimos las escenas de una mujer indígena, Lucrecia Xicoy de 19 años, que era azotada, en Santa Cruz del Quiché, por robar 15 prendas típicas, todo ello como parte de un castigo de la justicia indígena. También en Santa Cruz, vimos la semana pasada al joven Andrés Zapeta de 26 años, caminando descalzo, con una gruesa cadena que iba del cuello al pie, cargando sobre la cabeza y espalda una puerta metálica, como castigo comunitario indígena, ordenado por las autoridades ancestrales, por robo de herramientas de albañilería, cemento, tubos y de la puerta que llevaba en la espalda. Posteriormente, vimos por la televisión cómo lo azotaron con vara de membrillo. ¡Menudo escarmiento! Yo le pregunto públicamente al Procurador de los Derechos Humanos, si los castigos descritos son o no una violación a los derechos humanos; y, en su caso, si los condenará o los dejará pasar, como tantas violaciones
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