Si a usted o a un familiar cercano su médico de cabecera le diagnosticara que está padeciendo de algún tipo de cáncer, y no cuenta con los recursos económicos suficientes para cubrir el presupuesto de un  tratamiento  que le verifican en uno de los hospitales privados para comenzar y continuarlo,  ¿qué haría, a quién recurriría? Si el tema le interesa, le sugiero que lea este comentario.

Un caso que ejemplifica esas incógnitas es el que le sucedió a mi cuñada Lily de Tejeda, a quien en pocos días le dignosticaron un cáncer en la zona de la lengua, quien con mucha aceptación y entusiasmo dijo: Yo me voy al Incan, porque no sabemos hasta dónde podría llegar una cuenta en un hospital privado, ya que se sabe que generalmente son números de seis cifras y nosotros no sabemos hasta dónde llegaría esa responsabilidad. Pero como Dios, la fe y la solidaridad humanas se concilian frecuentemente para ayudar a muchas personas en sus momentos de más angustia, en casa de mi hermano bajaron libros y recordaron al doctor Luis Rosada, quien es uno de los principales profesionales que atienden en ese centro. Médicos que en equipo se entregan a la misión de luchar por salvar vidas con cáncer.

Incan, originalmente identificado como la Liga Nacional Contra el Cáncer, fue fundada en febrero de 1952, es una asociación ajena a toda actividad política, religiosa o lucrativa que promueve y organiza la lucha contra el cáncer y todas sus manifestaciones en todo el territorio de Guatemala. Se organiza por sí misma y la sostienen la cooperación de organismos oficiales y privados. Desde hace más de 65 años funciona y, actualmente, funciona como el centro hospitalario ejemplar por su eficiencia y la calidad de servicio que a los pacientes se prestan, con un sentido de servicio y atención a los pacientes, que otros centros de servicio social debieran tener. Cada año se detectan 3 mil 500 casos nuevos de cáncer, ahí se atienden 80 mil pacientes cada año, se da servicio hospitalario a los  pacientes en 121 camas que se mantienen ocupadas todo el año. Para atender y dar diferentes servicios solamente maneja un presupuesto de Q85.00 millones al año.

En resumen, este es el testimonio del caso de mi cuñada, es la experiencia más cercana y de sus positivas vivencias en el Incan. Después de ser diagnosticada en una clínica particular, el Incan la sometió a nuevos exámenes y la consulta con más de nueve de sus médicos expertos para tener la certeza del caso. El diagnóstico fue que necesitaba ser operada para luchar por el caso que consideraron que podían salvarlo. Y así fue, después del diagnóstico de un internista para ver su estado general, la operaron. Estuvo cinco días convaleciendo, días de los que cuenta que recibió mucha atención de todo el personal. Regresó a casa con una sonda en la tráquea que a los pocos días fue retirada. Y aunque se trata de un caso muy especial porque, sin duda, ella ha sido parlanchina toda su vida. Después de un mes de operada ahora ya habla nuevamente y se hace escuchar, a pesar de no tener ya la tercera parte de ese órgano tan importante.

Está feliz de haber tenido el coraje de confiar y tomar su decisión y, por esa causa,  tanto mi hermano, sus hijas y toda la familia expresamos nuestro testimonio de la eficiencia profesional de su personal, todos. Y muy contentos de poder compartir que, en Guatemala, cuando existe la honradez y el espíritu de servicio, miles de vidas de otros guatemaltecos podrían ser salvadas. Pagaron tal vez la décima parte de lo que pudo haber sido la intervención en otro lugar o mucho menos.