Sentido Común (XIV): Todo paraíso tiene sus serpientes
La naturaleza en suelo guatemalteco es lo más cercano a la idea original del Paraíso que yo he conocido.
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La naturaleza en suelo guatemalteco es lo más cercano a la idea original del Paraíso que yo he conocido.
La cordillera de la Sierra Madre que la divide en dos cuencas, la del Caribe y la del Pacífico, es el nicho apropiado para paisajes imponentes de cumbres y de verdes planicies que la enmarcan bajo un cielo muy azul y que permite que nos acaricie a todos con una brisa suave y constante. Bien dotada, encima, de lagos y ríos, sin heladas que congelen toda actividad, ni calores sofocantes que nos debiliten, ha sido testigo de dos sucesivas explosiones de creatividad humana: la maya, de raíces últimas en el corazón del Asía, y la hispánica, no menos remotamente asentada entre las riberas del Mediterráneo. Todo ello ha servido para que crezca a todo lo largo y ancho de su geografía una población gentil y modesta, dotada casi de aquella bondad primigenia con la que J. J. Rousseau quiso ver a todo “buen salvaje” y que por otra parte también
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