Según el humorista francés Guitry la mayor desgracia de la humanidad no es la corrupción, como puedan pretenderlo gurús de aquí y de allá, sino radica en que la mujer ha nacido para ser casada, y que el hombre ha nacido para soltero. De ahí las discrepancias, con frecuencia agrias, cuando casados están. Veamos algunos ejemplos.

– El año pasado para Navidad él decidió ofrecerle de regalo a su suegra un lote en el Cementerio La Villa. Este año no piensa darle regalo alguno. Al reprochárselo su esposa él le ha contestado que probablemente la suegra no lo requiere ya que a estas alturas del año ni siquiera ha abierto el regalo de la Navidad
anterior… Fue cuando empezó la bronca.

– Él y ella van a una reunión de exalumnos. Ella le da por mirar con insistencia a un hombre aún joven, ya bastante ebrio pero alegre y riéndose a carcajadas. “¿Lo conoces?”, le pregunta él. Ella contesta afirmativamente y comenta que con Neptuno –era el apodo del hombre ebrio– habían sido novios en tiempos del bachillerato y que habían roto su compromiso de mala manera. Ella sabía por sus excompañeras de Colegio que desde entonces su exnovio se había tirado a la bebida. “Dios mío”, exclama él. “Quién pensaría que una persona pudiera seguir celebrando tan alegremente y desde tanto tiempo atrás”. Y ahí empezó la bronca.

– La esposa en paños menores se mira en el espejo de la recámara y no le gusta lo que ve: “Estoy deprimida. Estoy horrible, gorda y vieja. Necesito que me levantes el ánimo y me halagues de algún modo”. Él la observa un momento: “No te preocupes tanto cariño”, comenta él, “tus cejas están perfectamente recortadas”. Y ahí empezó la bronca.

– Por cumplir varios –él pretende ser muchos– años de matrimonio, ella lo tantea y sugiere el regalo que desearía recibir en su aniversario: “Algo brillante que suba de 0 a 165 en dos segundos”. Él corre a Cemaco y compra la más elegante balanza casera que pudo encontrar. Y ahí empezó la bronca.

Nota. Se sobreentiende que el Amor –con A mayúscula– existe, es irremplazable, pero que responde a otros parámetros que el matrimonio… Aunque –es cierto– a veces ambos coinciden…

Y colorín colorado, para Casandra y sus lectores este año se ha acabado.