1 de octubre
No ponemos escuelas en las fincas, declaró un oligarca, porque si los niños estudian, se van, y nos quedamos sin mano de obra.
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No ponemos escuelas en las fincas, declaró un oligarca, porque si los niños estudian, se van, y nos quedamos sin mano de obra.
Hoy, muchos se tocarán el corazón y la bolsa en búsqueda de unas cuantas monedas para dar al niño o a la niña, que en cualquier semáforo le extenderá la mano o intentará limpiar el vidrio de su carro con la esperanza de recibir algo para saciar el hambre o para llevar un par de panes a su casa. Mucho se ha dicho de la utilización de los niños para pedir limosna, y es cierto, como lo es el hambre que padecen y el abandono vergonzoso en que les tiene el Estado. Cientos de millones se gastaron y se seguirán gastando en la campaña electoral para la segunda vuelta del 25 de octubre y, de plano, ambos candidatos se comprometerán a cumplir los objetivos del milenio y, tal como sucedió hace cuatro años, se hablará de “hambre cero” de “bono seguro”, de “bolsas solidarias”, de poner atención al agro guatemalteco,
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