La pelota está en nuestra cancha
Ahora empezamos a sospechar el sabor de la unidad y el poder de construir ese “Nosotros”.
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Ahora empezamos a sospechar el sabor de la unidad y el poder de construir ese “Nosotros”.
Para cuando leamos esta nota hoy lunes, ya sabremos el resultado de las elecciones de ayer. Poca diferencia hay si queda “X” o “Y”. Al fin de cuentas todos son un poco de lo mismo: bola de corruptos mafiosos con ansias de poder y saqueo. El proceso electoral presidencial dejó de interesarme por ilegítimo. Me interesa en cambio, doña Paula, de Barberena, quien cada día viaja al mercado “La Terminal” para vender frutas para poder dar de comer a sus siete hijos; me interesa el niño que deambula por La Reforma intentando hacer malabarismos para recibir unas monedas a cambio. Me interesa Martín, el niño de siete años que da vueltas en el parque de La Antigua quien con su pequeña cajita de lustre y su mirada inquisidora insiste: “shushain amigo”. Mi desconfianza en el sistema de partidos es también la de la mayoría de ciudadanos con quienes nos vimos
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