El repunte de Jimmy Morales
El voto nulo y el voto de rechazo hecho candidato.
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El voto nulo y el voto de rechazo hecho candidato.
La sorpresa de la elección 2015 es Jimmy Morales. De eso no queda duda. De la comedia al mundo electoral, Morales ha sido el mayor ganador de la crisis institucional, desencadenada a raíz del estallido de una serie de casos de corrupción.
En los últimos meses, el sistema patrimonial ha mostrado sus podridas raíces. La corrupción que corroe prácticamente todas las instituciones públicas tiene causas estructurales. Por un lado, la concepción generalizada entre políticos, funcionarios, contratistas y activistas de ver al Estado y su patrimonio como un botín, a ser distribuido por el partido ganador. Por otro lado, un modelo de financiamiento de la política –evidenciado en el Informe Temático de CICIG– en el cual las campañas no son más que la inversión para acceder a la repartición de ese botín.
En ese contexto, el ciudadano no quiere ir a votar. Un estudio de opinión levantado por una encuestadora norteamericana señala que tres de cada diez guatemaltecos responden que si las elecciones fueran este domingo, no ejercerían su derecho al voto. El dato contrasta con respuestas históricas: a estas alturas en el 2011, tan solo uno de cada diez ciudadanos decía que no quería ir a las urnas. Las dos razones recurrentes detrás de esta respuesta apática son claras: los encuestados señalan que “no hay opciones” o que “todos los candidatos son corruptos”.
Asimismo, el porcentaje de los indecisos aún ronda el 20 por ciento, los cuales se concentran en áreas urbanas, en el segmento de jóvenes, y con mayores niveles de ingresos y educación.
Ese mismo estudio da un dato aún más revelador: en cuanto a intención de voto, Manuel Baldizón encabeza las mediciones con 33.5 por ciento de votos; y en segundo lugar ya aparece de forma sorpresiva Jimmy Morales, con 16.9 por ciento. Congelada en un tercer lugar, sin subir ni bajar, Sandra Torres con 13.7 por ciento. Y atrás, el pelotón con el resto de candidatos, que se mueven en un rango de entre uno y cinco por ciento, sin que se vislumbre algún crecimiento.
Entender este repunte sorpresivo de Morales no resulta tan complicado. Los casos del comediante Beppe Grillo en Italia del 2013, del payaso Tiririca en Brasil en el 2010, o de Abdalá Bucarán en Ecuador en 1996 evidencian que cuando un sistema entra en crisis, y cuando la ciudadanía cuestiona la oferta política, un “no-político” o outsider tiende a repuntar electoralmente. En este sentido, también hay que entender que el crecimiento de Morales se basa en la inercia del rechazo. Su partido carece de bases que aseguren la movilización electoral el día de la elección. Como tampoco ha mostrado una propuesta diferenciadora.
En los estudios cualitativos se puede desmenuzar mejor la racionalidad del votante de Morales. Es un ciudadano descontento con el sistema, que en lo particular, preferiría que no hubiera elecciones. Segundo, es un ciudadano que hasta hace dos meses pensaba votar nulo, pero comprendió que en Guatemala eso no sirve para nada. Cuantitativamente, el crecimiento del excomediante se concentra en segmentos urbanos y entre las clases medias.
Ante estas características tan atípicas, Morales no es más que la materialización del voto de rechazo. Es algo así como el voto nulo encarnado en un candidato.
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