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El controvertido veredicto contra Alexej Navalny, conocido al inicio de la semana, que condena a varios años de prisión al férreo crítico y oponente del Kremlin, muestra claramente a los extremos que puede llegar el régimen de Putin para conservar el poder. En ese mismo tenor, la suerte que ha corrido Svetlana Tijanóvskaya, lideresa política bielorrusa, exiliada ahora en Lituania por causa de la persecución del régimen de Lukashenko, es otro ejemplo de lo que sucede cuando personajes con vocación autoritaria logran burlar la división de poderes, manipular a los órganos de control democrático y acallar a la oposición. Ambos casos dan cuenta de los graves riesgos que sufren los sistemas democráticos cuando caen en manos de líderes políticos a quienes solo les interesa consolidar en pocas manos, cueste lo que cueste, caiga quien caiga y pasando por encima de todo lo que haga falta. La denuncia que Navalny hiciera hace casi diez años atrás contra el partido de Putin, sigue siendo vigente hoy en Rusia y en muchos otros lugares; los “partidos de delincuentes y ladrones” parecen haberse multiplicado a lo largo y ancho del globo terráqueo, especialmente en Mesoamérica. Lukashenko, por su parte, tal como lo denuncia Tijanóvskaya, representa la última dictadura de Europa después de casi tres décadas en el poder; régimen que, al igual que el cubano, venezolano y nicaragüense, es totalmente intransigente contra los políticos, líderes sociales y periodistas opositores y que, llegado el momento, no dudan en recurrir a la prisión por motivos políticos y, de ser necesario, hasta la eliminación física de los personajes más molestos para el régimen.
Si bien lo que ocurre del otro lado del mundo es bastante preocupante, para muchos de nosotros parecieran no tener relación alguna con lo que sucede en nuestra vida diaria. Sin embargo, las luchas en favor de la democracia y en contra de la corrupción de aquel lado del mundo comparten muchas características con el tipo de luchas que libramos nosotros, así también la poca tolerancia y apertura de muchos líderes a la crítica y a la oposición. De cierta manera, las luchas de los Navalny y las Tijanóvskaya son también nuestras luchas, sobre todo en relación al papel que pueden jugar las grandes democracias de Occidente para limitar los abusos por parte de políticos tóxicos. Así como la líder bielorrusa pide a Europa que no “cierre los ojos a los actos crueles que están ocurriendo en el centro del continente en pleno siglo XXI”, de la misma forma la potencia mundial de este lado del Atlántico tampoco puede cerrar los ojos a lo que está ocurriendo en el centro de este continente en pleno siglo XXI.
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El Ministerio de Salud reporta que en la última jornada se realizaron 5 mil 355 pruebas.
Gilberto Artolo Choc, jefe edil de Santa Catalina La Tinta, fue llevado a un juzgado y su vehículo fue consignado por el Ministerio Público.
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