Ciegos pero felices
follarismos
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follarismos
Me asombro cada día de los niveles de ignorancia y ceguera, así como de incoherencia –por no decir hipocresía y servilismo–, con que tanto los Estados como los gobiernos, pero sobre todo los ciudadanos del mundo (en particular en países subdesarrollados como el nuestro), percibimos, tergiversamos y manipulamos la realidad en función de nuestro origen de clase social, de nuestros parámetros de vida y de experiencia, del marco histórico, ideológico y cultural que domina en el medio en que nos movemos, y de los horizontes de referencia que hemos asimilado en casa, en la escuela y, raramente, a través de las propias lecturas y reflexiones, todo lo cual determina el tipo de creencias, valores, expectativas, aspiraciones, prejuicios y miedos que arrastramos sobre la sociedad y el mundo, sin ser conscientes de ello. Y esta ignorancia –expresada en grados que van desde el apasionamiento irracional a favor o en contra, hasta
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