Amèlie Nothomb
Viaje al centro de los libros
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Viaje al centro de los libros
En idioma francés hay escritoras verdaderamente deslumbrantes. Basta pensar en Marguerite Duras, Marguerite Yourcenar o, la más actual de todas, Amèlie Nothomb (1967), quien a los 26 años de edad asombró con El sabotaje amoroso, obra que la hizo acreedora a los premios de la Vocation, Alain-Fournier y Chardonne, y significó el inicio de una carrera rutilante, porque ya nunca dejó de sorprender.
Amèlie es una escritora erudita, audaz, ingeniosa y profundamente arrogante. Evoca la soberbia o petulancia de quien cuando escribe se siente superior al resto de la humanidad, y lo expresa exquisitamente, con un dominio absoluto del lenguaje. La traducción española quizá haga desmerecer el texto, no lo sé, pero a mí me llega con el fuerte acento afrancesado.
La obra de Nothomb es pura “sensibilidad”, entre buenos modales y caprichos humanos. Ella bebe champagne como agua pura, se maquilla como japonesa y escribe con una lucidez sublime. Emplea la frase corta, lo cual es muy difícil de lograr y poco recomendado en prosa. A los lectores les satisface generalmente lo impetuoso de la frase larga, que la narración discurra como río precipitado, suelto, pero Amèlie escribe pausado, pensando, despreciando, apoderándose de la experiencia real para hacerla trascender en un discurso fino y sutil. El lector no puede ser menos preparado que ella o menos leído, porque podría sentirse un adversario ignorado.
En El sabotaje amoroso, la escritora residente en Bruselas cuenta su experiencia infantil en Pekín, viviendo en el gueto de los extranjeros, hija de padres europeos, nacida en Japón y estudiando dentro de China, porque no en China.
Dice: “Hay que desconfiar de las flores. Sobre todo en Pekin. (…) Las flores de invernadero son hermosas como maniquíes, pero no huelen. Las flores de gueto parecían adefesios: algunas eran tan feas como campesinas camino de la metrópoli (…) Sin embargo, si uno hundía la nariz en su corola, si uno cerraba los ojos y se tapaba los oídos, le entraban ganas de llorar”.
El argumento es baladí y no importa, porque lo que impresiona es el caudal de sensibilidad expuesto por la niña que se considera el centro del mundo mientras todo gira a su alrededor, hasta que descubre la presencia del otro que desafía su esquema de experiencia. Es Literatura para leer despacio, saboreando párrafo a párrafo.
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Junto con Oktar, se presentaron cargos contra otras 236 personas, algunas de las cuales fueron condenadas igualmente a penas de prisión.
Los interesados tienen plazo hasta el 8 de marzo y el 5 de abril.
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