#leer
Lado B
Publicidad
Lado B
Supongo que siempre me faltarán las palabras precisas para expresar mi agradecimiento a don Daniel Armas, la profunda deuda que tengo con él y con ese libro que, en toda su sencillez, me enseñó a descifrar el mundo. O mejor dicho, me regaló la herramienta con la cual he intentado comprender desde siempre la complejidad del mundo, de los seres humanos, de la vida misma. Sí, pertenezco a esa especie, privilegiada y en vías de extinción, que aprendió a leer con Barbuchín, ese libro de cuentos, fábulas, historias, magníficamente ilustrado por don Enrique de León Cabrera, que despertó en mí la fascinación por la letra escrita. Digo fascinación y no obligación ni deber ni aplicación ni diligencia. La gran enseñanza de don Daniel, para mí, fue el absoluto placer de la lectura, esa plenitud por la que Marcel Proust echó a perder su vida. De acuerdo, Barbuchín no
Publicidad
Publicidad