El papa Francisco, que dijo viajar a Irak como «peregrino de paz», mantuvo este sábado un histórico encuentro con el gran ayatolá chiita Alí Sistani, quien le transmitió su compromiso por la «paz» y la «seguridad» de los cristianos del país. Tras esta reunión inédita, en la ciudad santa chiita de Nayaf, el papa inició su etapa más espiritual del viaje: la peregrinación a Ur para rezar por la «libertad» y la «unidad, y poner fin a las guerras y al «terrorismo». A este lugar, cuna del patriarca Abraham, uno de los grandes profetas del cristianismo, el islam y el judaísmo, ya quiso venir el papa Juan Pablo II en 2000, pero Sadam Husein lo impidió. Francisco, conocido por tender la mano a todas las religiones, rezó junto a responsables yazidíes –pequeña minoría iraquí martirizada por los yihadistas del grupo Estado Islámico (EI)–; sabeos y zoroastristas –comunidades milenarias en el