El Caribe Norte, una de las regiones más pobres de Nicaragua, quedó sumida en la incertidumbre y la desesperación tras el doble golpe de los huracanes Eta y Iota, que sembraron muerte y destrucción en Centroamérica. En esta zona poblada por indígenas y afrodescendientes que se dedican a la pesca y la agricultura, se preguntan cómo lograrán retomar sus vidas tras el devastador paso de los ciclones que azotaron la misma zona en cuestión de dos semanas. «Nosotros no trabajamos en ninguna institución, vivimos de la riqueza del mar. ¿Ahora como vamos a salir al mar? No podemos, porque las lanchas las dañó el huracán y hasta el muelle no está», dijo Henry Washington, un pescador de Bilwi. «Por eso pedimos que nos apoyen. Yo sé que de otros países mandan apoyo, pero aquí no viene», agregó molesto. «Solo quedamos con la ropa puesta, no sé qué va a pasar,