Con traje oscuro y camisa blanca sin corbata, se apostó frente al centro de votación en la calle Insurgentes Sur en la zona capitalina de Copilco. Y aguardó una hora y media hasta que pudo emitir su voto. No era novedad. Su espera empezó en 2006 cuando perdió por primera vez las elecciones. En 2012, otra vez. Y ahora en su tercer intento, al ex alcalde de Ciudad de México, de 64 años, sólo le quedaba esperar unas cuantas horas. Hasta que las encuestas de salida y, sobre todo, sus rivales reconocieron el triunfo que dará a México un giro a la izquierda. En todo el país los mexicanos acudieron a votar con una mezcla de sentimientos: unos decían que iban con esperanza, otros con enojo por la inseguridad y la corrupción, otros con miedo frente a lo que consideran el «Hugo Chávez mexicano». «Esperamos que las cosas mejoren. Están