Tres militares marcharon por la puerta de la embajada e izaron el estandarte cubano -rojo, blanco y azul con una estrella solitaria- a las 10H36 (14H36 GMT), bajo los acordes del himno cubano. Bajo un calor sofocante, unos 500 invitados y una pequeña multitud de curiosos acompañaron la ceremonia en el edificio -una pequeña mansión neoclásica de piedra caliza- que desde inicios del siglo XX representa los intereses cubanos. Afuera de la sede diplomática manifestantes gritaban «¡Viva Cuba!», «¡Fidel, Fidel!» y «¡Cuba sí, embargo no!», en medio de un frenesí de camarógrafos, fotógrafos y periodistas de varios países. La bandera era la misma que fue arriada hace 54 años de la sede diplomática, cuando ambos países rompieron sus relaciones al fragor de la Guerra Fría, dijo el canciller cubano, Bruno Rodríguez, ante una audiencia de invitados que abarrotaban los pasillos de la embajada. Las relaciones diplomáticas se restablecieron