«Vaya vida la que vivió Clementa Pinckney», dijo Obama entre los aplausos y los «amén». «Vaya ejemplo que dio. Un modelo de su fe. Y perderlo a los 41 años. Asesinado en su santuario, junto con otros ocho maravillosos miembros de su congregación». «Su iglesia era un lugar sagrado», agregó el presidente, «y no solo para negros o cristianos, sino para todo estadounidense al que le importe la expansión de la libertad… Eso significaba esa iglesia». Miles de dolientes esperaron ansiosamente el discurso de Obama, que se dio al final de una semana de sentidas despedidas y sorprendentes acontecimientos políticos. Los asesinatos al interior de la iglesia Metodista Africana Emanuel han provocado la repentina reevaluación de los símbolos de la Guerra Civil que fueron invocados para afirmar la supremacía blanca durante la época de la segregación en el Sur. Pinckney descendía de una larga línea de predicadores