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> No han pasado muchas semanas desde que la ministra de Salud, Lucrecia Hernández, protestaba en la Plaza exigiendo salud gratuita y de calidad, lo cual no está nada mal. Pero ahora, a cargo de la cartera, se está dando cuenta que no hay plata para cumplir ese hermoso sueño, que los diputados son unos irreverentes y que los sindicatos van a quedar tranquilos hasta que les suelte plata. Aunque lance una campaña anticorrupción a fondo el presupuesto no le alcanzará, aunado a las trabas de contrataciones que retardan el abastecimiento, y las deudas de arrastre. Para ajuste de cuentas la ministra se metió a dos alacranes en la camisa, a Mariano Rayo y a la mojigata Raquel, velando siempre por los intereses de Mono de Oro, que ya incursiona en el lucrativo negocio de la farmacéutica y que logró imponer en el Ministerio de Salud, con el concurso de
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