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Escribió decenas de poemas, ensayos y novelas casi imposibles de conseguir. Cientos de crónicas y artículos periodísticos en medios que ya no existen. Bautizó ciudades eternas y cuestionó pensamientos populares aún vigentes. Se codeó con otros grandes escritores, políticos y artistas cuya fama sí trascendió. Pero hoy, todo apunta a que él fue relegado a la penumbra. Su familia no responde. Sus libros no se imprimen. Sus crónicas escasean. Su nombre no es citado dentro del Olimpo literario centroamericano. Carlos Wyld Ospina es, quizás, un fantasma literario que merodea, con menos frecuencia, por las bibliotecas, librerías y calles de un…
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