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Tirada sobre la tierra, cantaba alabanzas. –¡Cómo me gustan las niñas!– pensó un soldado. Cantaba mientras la violaban y todavía cantó mientras terminaban. Un disparo en el pecho y la vida le salió volando como pajaritos hacia el cielo. Pero a pesar de la explosión, ella siguió cantando. Los soldados querían que se callara, tal vez no eran evangélicos. Otro tiro en el pecho, pero ella siguió susurrando sus alabanzas. –Dios debe existir– dijeron atónitos los soldados. Finalmente, uno decidió que era suficiente, agarró un machete y le cortó la música que le salía del cuello. La masacre conocida como…
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