Publicidad
Residiendo temporalmente en la ciudad de México y enterado de las dolencias de José, tomé la iniciativa de visitarlo en su domicilio para saludarlo y volver a degustar de su magisterio y de su sabiduría. Me obsequió, con su correspondiente dedicatoria, uno de sus libros (quizás el último) editado por Praxis un año antes. Aquellas Guateviejas, me fue entregado con su mano temblorosa, misma con la que estampó una dedicatoria en la que anotaba: “En México empezó nuestra comunión, hace muchos años. No teníamos canas ni en la cabeza ni en el corazón. Ahora nos volvemos a juntar, también en…
Publicidad
Publicidad