Wajiha Amimi no durmió en toda la noche. La joven afgana pasó horas haciendo y deshaciendo su bolso, nerviosa y contenta ante la idea de volver por fin a la escuela, por primera vez desde agosto, cuando los talibanes retornaron al poder en su país. Pero ese miércoles su alegría duró poco En medio de una clase de biología y tan solo dos horas después de que las escuelas y centros de secundaria para las estudiantes afganas abrieran sus puertas en todo el país, esta adolescente se enteró, con estupefacción, de que los fundamentalistas islámicos anulaban su autorización de estudiar. “De…