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El 11 de marzo del 2000 Vladimir Putin se presentaba, con flores en la mano, en un austero apartamento de la ciudad de San Petersburgo. Su motivo era visitar a la señora Vera Gurevich, su maestra de primaria. El evento quedó inmortalizado por la televisión rusa. Durante ese encuentro su maestra le diría, entre otras cosas, que debía prestar atención a no hablar ni caminar como un bravucón, que tomara el ejemplo de los presidentes de las grandes naciones y se comportara como ellos. En ese entonces, Putin era aún desconocido para la mayoría de los rusos y nadie en…
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