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“Si mentimos la historia, mentimos la vida”. Carlos Wyld Ospina (El autócrata). Después de que el hombre de ideas, creativo o investigador, concluye su tarea, realizada en sus obras o en sus enseñanzas, quién sabe si su mayor satisfacción intelectual radique en las verdades que inculcó o en las dudas que estimuló. Sus aserciones, por muy arraigadas que hayan estado en su convicción sincera, podría reducirlas a su relatividad la perspectiva desde la cual las descubrió (bien si mira o suspira por la derecha o por la izquierda), incluida su formación (a veces deformación), su estado de ánimo, su condición social o sus prejuicios. Es probable que los métodos para investigar puedan fallar desviados por la premisa equivocada. También podría ser que alguna ligereza, cierta improvisación, o determinada pereza hayan inclinado a aceptar hechos no verificados o tenidos como ciertos los pronunciados por profetas o iluminados con pretensiones irrevocables. Habrá
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