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El embajador norteamericano John Peurifoy estaba impaciente a principios de 1954, si bien la orquesta ya le estaba sonando. El publicista Edward L. Bernay, como lo indica bien Vargas Llosa en su reciente novela Tiempos recios, lograba espacios de prensa y radio que hablaban mal del gobierno de Jacobo Árbenz y del peligro comunista para todo el hemisferio. La guerra psicológica iniciada con las trasmisiones de la Radio Liberación impactaba a la población que además veía horrorizada los bombardeos que se hacían cada vez más constantes. El arzobispo Rossell y Arellano y cientos de curas en todo el país hacían…
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