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En el universo metafísico de Borges, un aleph es un pequeño cuerpo celeste situado en algún punto del espacio donde coinciden todos los lugares del cosmos, vistos desde todos los ángulos posibles. Ha de ser un objeto precioso, pero nunca pude concebirlo ni menos aún visualizarlo. Quizá por su carácter tan abarcador, tan inclusivo, el curioso astro escapó siempre a misentendederas. A fuerza de quererlo descifrar, no obstante, logré al fin medio atraparlo poniéndole algunos adjetivos. Y así, un aleph taurino vino a ser para mí el que acaece en una plaza de toros cuando todo el público coincide en…
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