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La nueva monarquía que, indefectiblemente caerá por su propio peso, es la de la hipocresía. Hoy todos los discursos son políticamente correctos, pero quienes los plantean, son personas de conducta cuestionable; libertinos confesos, inmorales de la peor especie, mitómanos irrecuperables y traidores. Ellos, en contubernio aberrante, de la mayor parte de los medios de comunicación y la ausencia total de oposición gremial, sindical y académica, engañan y someten a la humanidad, a una realidad distorsionada, manejada desde el susto y la “ficción” convertida en “verdad”. Esta vez, los líderes políticos del mundo, están confabulados, para quebrar el emprendimiento, exacerbar la miseria y generar caos, desde donde surgirá una “revolución” estatista radical, basada en control total y extinción de todas las libertades individuales. En el siglo XIX, a partir de la Revolución Francesa, el mundo sufrió un impacto –irreversible– en su cosmovisión. Las monarquías cayeron en descrédito y surgieron los valores
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