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Leo que la familia Rockefeller ha solicitado el retorno del tapiz en tonos ocres, copia del Guernica, de Picasso, que colgaba hasta hoy de una pared en el edificio de las Naciones Unidas. El episodio me ha recordado un suceso parecido, tiempo atrás, cuando el Gobierno español pidió al Museo de Arte Moderno neoyorquino (MoMA) la devolución del cuadro original. Picasso había ordenado que el Guernica no regresara a España hasta que se restableciera allí un régimen democrático. Así que, tras la muerte de Franco, esta célebre pintura fue llevada al Casón del Buen Retiro, en Madrid, donde el arriba firmante descubriría al verla el secreto mejor guardado de la creación. La leyenda que yo había escuchado sobre el cuadro era que Picasso se había indignado al saber que la aviación alemana, en un ensayo preparatorio para la II Guerra Mundial bendecido por Franco, había bombardeado y destruido el pueblo
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