Publicidad
No somos más que el espacio que –en este preciso momento– ocupamos. Siento decepcionarlos amigos, pero no hay mucho más que eso. Edelberto Torres-Rivas se ha ido para siempre, y en esta breve pieza quisiera rendir homenaje a esas cosas, pocas, que hacían parte de su universo: los objetos de don Edelberto. En una de las paredes de la sala de su departamento se halla un dibujo a tinta, en el que puede verse la secuencia –de derecha a izquierda– de un perro negro, macabro, rabioso, en cuatro momentos. En el último de ellos, en la parte izquierda, el perro pareciera desvanecerse y vomitar una paloma blanca. Siempre pensaba que la secuencia podía invertirse, y ver cómo el perro engulle de nuevo, en cualquier tiempo y lugar, la paz, representada por el artista, en esa ave blanca. Este fue uno de los primeros trabajos –en formato panorámico– de Sebastian Sarti,
Publicidad
Publicidad