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NUEVA YORK – La retirada de fuerzas estadounidenses de Siria anunciada por el presidente Donald Trump recibió la crítica casi universal de demócratas y republicanos por igual. Eso habla menos de Trump que de la miopía del establishment estadounidense de política exterior. El núcleo ortodoxo de ambos partidos políticos exhibe juicios con cierto grado de reflexión: que Estados Unidos debe mantener una presencia militar en todo el mundo para no crear un vacío que adversarios puedan llenar; que el poderío militar estadounidense es la clave para el éxito de la política exterior; y que los adversarios de Estados Unidos son enemigos implacables inmunes a la diplomacia. Es verdad que la retirada de Siria anunciada por Trump puede ser el peligroso preludio de una guerra regional en mayor escala; pero con imaginación y diplomacia, también puede ser un paso crucial en la senda a la esquiva paz en la región. El
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