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Las caravanas de guatemaltecos, hondureños y salvadoreños que desde octubre se desplazan, recorriendo cientos de kilómetros por el territorio mexicano en busca de la frontera con Estados Unidos, son el resultado de décadas en las cuales el discurso de las elites centroamericanas estuvo dominado por los grandes discursos. Estos grandes discursos llevarían, eso era lo que se pronosticaba, al paraíso, a la solución de los grandes problemas. El resultado es este mar de gente que duerme en albergues, en el asfalto o a la orilla de los caminos, come lo que la caridad les ha ido dando, aquí y allá, y caminan con los pies ampollados, algunos cargando en brazos a sus hijos. Se alejan de sus países en una fila tan larga que se pierde en el horizonte. Huyen de esos países que, según las estadísticas, son de los más violentos del mundo, escapan del libre mercado que tan
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