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Siempre me sorprende México; la semana antepasada estuve un par de días, por trabajo y nuevamente me sorprendió. En realidad, en cualquier parte de ese enorme país que uno visite, encuentra básicamente mexicanos. Tienen –todos– en común, una misma identidad, se sienten orgullosos de su bandera, los que beben prefieren el tequila y los mariachis están presentes la cualquier celebración, sea modesta o rimbombante; el chile y los charros, su rica comida… son México. Aunque existen muchas personas, con apellidos y ascendencia extranjera, todos se consideran –a secas– mexicanos. ¡Dichosos! Visité la Ciudad de México (hasta hace poco el DF) y me hospedé en el centro… quería estar allí. Presencié cosas parecidas a las que se ven en Guatemala: protestas de maestros que atiborraban las calles, tráfico insufrible, y una enorme pantalla en El Zócalo, la cual se puso para distraer al pueblo, a la usanza de los países con
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