Comenzó el tercer año de la administración gubernamental de aquel candidato novato que sorprendió en las elecciones de 2015. Jimmy Morales del Frente de Convergencia Nacional (FCN-Nación) despertó la esperanza en el electorado de un nuevo modelo de función pública al insistir que él no era ni corrupto ni ladrón. Pasados dos años de aquellos comicios marcados por manifestaciones ciudadanas de repudio a la corrupción, Morales ha mostrado otra faceta que lo ha enfrentado con la fiscal general del Ministerio Público (MP), Thelma Aldana, con el titular de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), Iván Velásquez, con los gobiernos extranjeros que cooperan con la lucha por la limpieza de las instituciones y con la prensa que publica sus anomalías, las de sus funcionarios y las de sus aliados. El detonante de su otra faceta, dice el analista Edgar Gutiérrez, una más oscura y prepotente, fue el señalamiento