Juan D. Oquendo joquendo@elperiodico.com.gt De los años ochenta cuando ingresó a la Universidad de Nagoya, Hiroshi Amano recuerda dos momentos clave en su vida. Uno cuando escuchó una conferencia en la que un catedrático decía que la ingeniería se trataba de conectar a las personas. Otro cuando decidió que quería cambiar las luces amarillentas y opacas que iluminaban todas las ciudades del mundo. Ambas situaciones fueron determinantes para que ganara el Nobel de Física en 2014 junto a Isamu Akasaki y Shuji Nakamura. Luego de mil intentos fallidos, lograron crear propiedades eléctricas en semiconductores usando nitruro de galio y nitruro de aluminio. El resultado fueron diodos emisores de luz (LED) azul, la pieza que faltaba para poder combinar todos los colores y generar luz blanca. A finales de los noventa el mundo cambiaría para siempre. No solo porque gracias a ellos usted puede ver la pantalla de su celular,