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Recuerdo perfectamente las elecciones de 1985, cuando participó –sin éxito– el hoy presidente. Casi logro visualizar su comercial, en el que declaraba “haberse bajado del Cadillac, para caminar a pie”… y yo me preguntaba –a mis entonces 24 años– ¿De qué otra forma se puede caminar sino a pie? Se hacía acompañar del ya fallecido, Mauricio Quixtán y estaba, de esa forma la mancuerna presidencial, un tanto adelantada a su época. Quixtán, con su infaltable atuendo que parecía más disfraz que traje típico… por lo pintoresco y poco natural, fue un personaje beligerante y teatrero, con tintes populistas obvios que –creo– lejos de abonar en la figura de Maldonado, la abarató. Por su parte, el actual presidente, siempre pausado, educado y con un acervo cultural, ya para entonces, contrastante, con la mayoría de los políticos que pululan, con credenciales de vida, bastante magras, desde el nacimiento de nuestra desastrosa democracia. En todo caso, 30 años después de aquella intentona, y de haber participado en la cosa pública, en variopintos puestos… Dios le da la ocasión de servir a la patria, como el empleado más importante de la República, lo cual parece que aún no lo realiza… sin contar con mucho tiempo para lograrlo y hacer lo prioritario, en el ánimo de pasar a la historia como un estadista valiente y cerrar su carrera de vida, de forma digna y hasta plausible.
Su nombramiento –que implica la espera de tres décadas para definir que lo que predica lo puede hacer– le llega en los “años dorados”, cuando jamás lo hubiese esperado y le plantea un enorme reto que –me parece– se está demorando demasiado en aprovechar… carece del hoy insoslayable, sentido de prioridad. Tenía el presidente –antes de su lamentable caída y lesión en la rodilla– “la urgencia” de que el Congreso le nombrara su segundo a bordo, pero sus argumentos, no me convencieron. Insistía –mediáticamente– le nombraran vicepresidente, “para poder asistir a la cumbre de la ONU”, lo cual declaró a los medios de comunicación; yo me pregunté ¿Es prioritario que un presidente nombrado para pocos meses, con un país saqueado y con finanzas públicas desastrosas viaje a la ONU, para contar lo que ya publicaron todos los medios mundiales? Creo que no, pero tampoco pudo ir, enviando –porque no tuvo otra– al vicepresidente, quien fue justamente a eso… a repetir “la gran gesta cívica de los guatemaltecos que logró derrocar la corrupción”. Esta letanía que se repetirá en los libros de historia, omite –deliberadamente y como gran parte de nuestra leyenda– hechos cruciales y reales, sin los cuales, los guatemaltecos, jamás habrían salido de su zona de confort… hechos tan visibles, como ignorados que hacen el relato sea trágicamente inexacto. En resumen, de no ser por la CICIG y el embajador de EE. UU., la funesta pareja “Perezdetti”, seguiría viviendo en una monarquía fabricada por ellos y aceptada por todos… salvo por elPeriódico y uno que otro periodista honrado… especie en –trágica– extinción. Luego del escándalo… “todos son honrados, dignos y valientes” y se aprestan a hacer leña del árbol caído, pero –previo al escándalo– eran, por acción u omisión, comparsas del saqueo, junto a diputíteres y “partidos de oposición”. Por cierto la corrupción está muy lejana a erradicarse, solo hay que voltear a ver, a los desastrosos “representantes del pueblo” en el Congreso; ojo, contar una historia incompleta, como la del “heroísmo chapín” ya es falta de integridad y por ende implica corrupción.
Finalmente el presidente, ha integrado su equipo, con algunas luces y muchas sombras… un poco más de lo mismo… amiguetes, recomendados y advenedizos; últimamente políticos reciclados y quemados que jamás han administrado y carecen de credenciales de vida, pero ahora “se encargarán” de las carteras en mayor desgracia, como la de Salud… pero también se vislumbra gente honrada, de noble corazón y carácter, como el profesor Rubén Alfonso Ramírez, quien ha mostrado firmeza y elocuencia –al menos– en sus declaraciones. La crítica generalizada, por la edad de varios miembros del gabinete, me parece es inválida, porque –si los “ungidos” muestran verticalidad y contundencia– la edad, puede ser una fortaleza, tienen poco que perder… y mucho por ganar. Peinar canas debe significar: sabiduría, honradez, principios y capacidad de tomar las decisiones más difíciles, si no es así… se ha envejecido en vano. Excluyendo al profesor Ramírez, el resto de los nombrados, han seguido la triste retórica que implica: 1 – Relatar las desgracias de sus antecesores y de la situación de la cosa pública… que ya sabemos de sobra y 2 – Decir cómo se “deberían” hacer las cosas pero excusarse en que “no hay tiempo para hacer mejoras”. Lo que NO se nota –trágicamente y en términos generales– es el deseo vehemente de dejar legado en su trimestre de ejercicio y eso que cuentan con todo el apoyo –del pueblo y de la comunidad internacional– para hacerlo, así como nada que perder y todo que ganar. Repito, dado el perfil, la edad y trayectoria del presidente, vicepresidente y algunos miembros de su equipo, indudablemente cuentan con las condiciones óptimas, para dejar, no arreglado el gobierno, pero sí bastante saneado… extirpando algunos tumores purulentos y erradicando sucias costumbres “de Estado”. He aquí algunas ideas, Presidente:
Guatemala no tiene tiempo que perder, la falacia de que “en tres o cuatro meses no se puede hacer nada” es incomprable; todos los días, al llegar a los cinco años, la mitad de nuestros niños pierden su cerebro… para siempre, todos los días mueren ancianos en los hospitales y de hecho la mitad de nuestros adultos mayores viven en las calles. El país requiere la acción de un estadista serio y valiente… no la visión de Mr. Magoo ¡Piénselo!
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