Las hadas también lloran
José Luis Chea Urruela
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José Luis Chea Urruela
Como escribió Borges, “la palabra ‘corsarias’ corre el albur de despertar un recuerdo que es vagamente incómodo: el de una ya descolorida zarzuela, con sus teorías de evidentes mucamas que hacían de piratas coreográficas en mares de cartón”. En los charros principios de su carrera política, cuando aún no era Vicepresidenta, Roxana Baldetti preparó con particular esmero, encantos y atributos incluidos, su increíble abordaje al poder, al conocer en 1993 en Casa Presidencial a Pérez Molina, quien a los pocos minutos de conocerla, desistió de requerirle el primer botín sustraído por ella de la Secretaría de Comunicación Social. Contrario a lo que se cree, las enfermedades del corazón son altamente contagiosas. A partir de ese momento, al mejor estilo de Bonnie and Clyde –la famosa pareja de forajidos conformada por un convicto y una meserita–, la futura pareja presidencial –Roxie and Tito– comenzó a soñar con el poder. Finalmente, en
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