Su silueta alargada no ha cambiado desde hace casi nueve años, desde aquel día en el que el mundo le descubrió cuando era 116º del ranking del tenis mundial y acabó celebrando en el césped londinense su hazaña frente a Federer, que era entonces el defensor del título y el gran favorito. En la plaza Maidan, en el centro de un Kiev en guerra, Sergiy Stakhovsky, que tiene ahora 36 años, pasea con su 1,93 metros de altura y su rostro infantil, observando atento con sus ojos azules, que contrastan con el uniforme de camuflaje. En vez de raqueta, esta vez lleva armas. «No estoy muy cómodo con un fusil y no sé cómo reaccionaría si tuviera que matar a alguien», dice en un perfecto inglés. «Me hubiera gustado no tener que preocuparme nunca de este tipo de cosas», añade. Hace un poco más de dos semanas regresó a Ucrania