Tribunal condena a integrantes de los Sierra-Ovando
Los Sierra enterraban a sus víctimas junto con sus vehículos en Amatitlán para dificultar su localización.
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Los Sierra enterraban a sus víctimas junto con sus vehículos en Amatitlán para dificultar su localización.
El Tribunal de Mayor Riesgo A impuso penas de entre ocho y 374 años de prisión al primer grupo de integrantes de la banda Sierra-Ovando por participar en una ejecución extrajudicial y 18 asesinatos.
Según la Fiscalía, los Sierra-Ovando eran una organización que comenzó realizando asesinatos en contra de asaltantes, pero con el tiempo fueron mutando hasta participar en secuestros, ejecuciones extrajudiciales, asesinatos y tumbes de drogas.
El Ministerio Público (MP) acusó a los primeros 16 integrantes de una estructura que aglutinó a más de 100 integrantes, que operaba principalmente en Amatitlán, pero que también llegó a cometer crímenes en Santa Rosa, Escuintla y Canalitos.
Este grupo era conformado por exagentes de la Policía Nacional Civil (PNC), quienes incluso realizaron una ejecución extrajudicial.
El MP logró demostrar que el grupo pretendía realizar un tumbe, pero al interceptar el vehículo en el que supuestamente iba escondido dinero de la venta de drogas, se percataron que se confundieron de automóvil y “tuvieron” que asesinar al conductor porque no querían testigos.
Los Sierra se caracterizaron por enterrar a sus víctimas junto con sus vehículos en Amatitlán para dificultar su localización.
Testigo presenció el ataque
El Tribunal utilizó la declaración de un testigo, sobre uno de los ataques realizado por integrantes de la banda, para argumentar la sentencia.
El sábado 14 de mayo de 2011, a las 14:15 horas en la zona 3 de Boca del Monte, Manuel de Jesús Ovando se acercó a un Policía Municipal de Tránsito (PMT) para recomendarle que se alejara del lugar porque “se podía armar una balacera”, declaró un testigo protegido del MP.
Esa tarde, el testigo esperaba que su hija llegara de estudiar, cuando un hombre, que al principio describió como “gordo, moreno, y cabello quebradizo”, se acercó al PMT para preguntarle si le daban miedo tres jóvenes “con apariencia de mareros”. El agente de tránsito respondió que sí le causaban temor, pero debía continuar trabajando.
El testigo declaró que Ovando le dijo: “No se asuste yo a ‘quebrarles el culo vengo’, solo estaba esperando que llegara el carro para sacar el trabajo y que si de algo le servía que mejor se fuera de ahí porque esos patojos podían tener pistola y se iba a armar una balacera”.
Las personas que pudieron escuchar la advertencia de Ovando –quien se había identificado como policía–, se dispersaron. La misma actitud tomó el testigo y se refugió en una tienda. A los minutos, llegó un carro blanco y posteriormente se escucharon los balazos, al tiempo el testigo regresó a la parada de buses para continuar esperando a su hija y pudo observar a dos de los tres jóvenes sospechosos tirados sobre el pavimento.
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Gabriel Calzada Álvarez
Rector, Universidad Francisco Marroquín
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