La última noche de un Presidente acorralado
La carta de su dimisión llegó al Congreso dos minutos antes de que empezara el día en el que se sentaría en el banquillo de los acusados.
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La carta de su dimisión llegó al Congreso dos minutos antes de que empezara el día en el que se sentaría en el banquillo de los acusados.
Cuando Otto Pérez Molina se presentó en el Tribunal de Mayor Riesgo, a las 9:30 horas, todavía era el Presidente de la República; tres horas después el Congreso aceptaba su renuncia al cargo. Por la tarde, en la conferencia de prensa al final de su primera audiencia, los periodistas le gritaban: “General, general”. Ahí mismo fue cuando Pérez Molina aceptó que ya no tenía aliados, “yo siempre he estado solo”, dijo el expresidente para responder a lo evidente, que sus diputados y aliados políticos lo habían abandonado. La frase del exmandatario contrasta con la imagen de hace cuatro años, cuando se preparaba para su cierre de campaña electoral en los comicios de 2011, donde miles de guatemaltecos alzaban el puño en señal de apoyo y cientos de militantes del Partido Patriota lo acompañaban en sus giras por todo el país. Sin embargo, las palabras de Pérez Molina en Tribunales se
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