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Bajo las ráfagas, miles de haitianos que en ocasiones no llevan consigo más que la ropa que traen puesta, huyen de un barrio en el norte de Puerto Príncipe, teatro de una guerra de pandillas, sin la esperanza de poder librarse de la inseguridad más que yéndose del país. «Durante ocho días, las ráfagas no dejaban de retumbar, pero pensábamos que la policía iba a intervenir», recuerda Jackson. Hace varias décadas que las bandas armadas operan en el barrio más pobre de Puerto Príncipe, pero en los últimos años han acrecentado drásticamente su dominio sobre la capital y el país…
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